A lo largo del primer bienio de la Segunda República, El Noticiero —la principal cabecera católica de Aragón— tildó reiteradamente de «persecutoria» y «sectaria» la política de laicización de la enseñanza que el nuevo régimen trató de llevar a cabo, ante la amenaza que ésta suponía para los intereses educativos de la Iglesia. Adscrito a la tendencia posibilista del catolicismo español y órgano oficioso de, consecutivamente, Acción Nacional, Acción Popular y la CEDA, el diario zaragozano actuó frente a cualquier iniciativa que pusiera coto a la considerable influencia eclesial en el ámbito escolar.